Es un santuario con más de 600 años, con una extensión de 130,000 metros cuadrados. Se encuentra en Niiza, Saitama, y limita con Tokio.
Texto y fotos: ©Milagros Aguirre
El templo original fue levantado en 1375 por Sekishitsu Zenkyu en Iwatsuki, Saitama, pero fue destruido en 1590 por Toyotomi Hideyoshi, en una época en el que el budismo era perseguido.
Fue reconstruido en 1603 por Tokugawa Ieyasu y trasladado a la ciudad de Niiza sesenta años después.
El Santuario, está rodeado de bosques (reserva natural), campanarios, escuela (que aun continúa formando monjes), biblioteca, jardines y cementerio. En este cementerio se encuentra erigida la sepultura de Matsudaira Nobutsuna, reconocido guerrero audaz que sirvió a la familia Tokugawa.
Heirinji nos seduce, mística y sutilmente, floreciendo nuestro interior, invitándonos a formar parte a todo lo que nos rodea, la arquitectura de madera, las construcciones en piedras (muy rústicas), el follaje de los árboles, la tierra, el agua, el aire y la energía de los ancestros; entrando así, al cause del verdadero ritmo del tiempo, al profundo pulso de la naturaleza.
Está abierta en todas las épocas del año, donde se podrá apreciar la temporada del ume (ciruela) y sakura (cerezas) en la primavera, el comienzo del verano y la nieve sobre las estructuras y jardines en el invierno. El otoño es la temporada más vistosa, el momiji (arce) con sus coloridas hojas vibran en los estrechos pasajes del santuario. Es apacible.
Se realizan algunos eventos, costumbres ancestrales como el Ichigo No Ichie, literalmente traducido como “Una Vez” o “Un Encuentro”. Esta ceremonia hace recordar a los participantes que cada encuentro de Té es único. La ceremonia se realiza a puertas cerradas.
El valor de la entrada es de 500 yenes. Hay guías que cuentan toda la historia. A pocos metros hay estacionamiento para carros (500 yenes) y la estación de trenes también se encuentra muy cerca.
Localización:
Cod.Postal 352 – 0011
埼玉県新座市野火止3-1-1
(Saitama-Ken, Niiza-Shi, Nobidome 3-1-1)
“Comencé a hacer fotos exactamente después del terremoto del 11 de Marzo de 2011.
En Noviembre del año anterior me había comprado una cámara réflex, antes de ello solía usar para reuniones familiares pequeñas cámaras de bolsillo, más siempre exigía mejor calidad en las tomas.
Cuando era adolescente soñé dedicarme a la fotografía como un pasatiempo, pero era un tema que no jugaba con mis economías y quedó guardado junto com muchos otros sueños.
El terremoto es el acontecimiento que marca un antes y un después en mi vida. Mis primeras fotografías las hice tres meses posteriores al tsunami, tengo registrado la ciudad de Fukushima devastada.
La fotografía representa para mí un nuevo comienzo. Aprendí mucho sobre el valor de la vida y las pequeñas cosas que nos rodea, casualmente aquella vez que fui a Fukushima, presencié momentos que marcan, personas buscando pequeñas cosas que pudieran tener entre sus dedos, un recuerdo de lo vivido, objetos y fotografías.
Con las fotos busco expresarme y sobrevivir.
Con mis series de fotos intento hacer ver que existe un lugar, un balcón o una ventana donde podemos observar, descansar, meditar, encontrarse con uno mismo, que muchas cosas no tienen explicación, pero que remece nuestros sentidos, lo que nos hace saber que aun estamos vivos”.
(Milagros Aguirre)
Publicado en la Revista digital Kantō número 6, páginas 16 – 25:
https://issuu.com/revista_kanto/docs/revista_kanto_n6/17?e=0