Heinz Plenge es sin lugar a dudas el más importante fotógrafo de «naturaleza» de las últimas décadas, por lo menos de nuestro país, y de paso un importantísimo fotógrafo más allá de nuestras fronteras. Sus trabajos han sido publicados en Geo, National Geographic, The New York Time, BBC Wildlife, por mencionar a los más importantes medios de difusión fotográfica; proyectos de fotografía como “Homenaje a la Tierra”, exposiciones como “Perú, el Santuario de la Lluvia”, publicaciones como “Amazonia extrema”, “Perú vida silvestre”, etcétera, no hacen más que confirmar el gran talento y la desmedida pasión y pericia que caracterizan a cada uno de sus trabajos. A pesar del nivel internacional que ha alcanzado, su telurismo y amor por la biodiversidad que alberga la zona donde nació, ha sido el motor para consagrarse a proyectos culturales y de conservación en el departamento de Lambayeque, así como en todo el Perú.
Entrevista
Por: Dante Nishio
Fotos: Cortesía Heinz Plenge
—¿Podrías decirnos en qué medida haber nacido y crecido en la costa norte del Perú ha influenciado en tu persona, y sobre todo en tu carrera como fotógrafo naturalista?
—Haber nacido en la costa norte del Perú, que es un ecosistema tan árido y con extremos dramáticos como cuando viene «El Niño», habiendo sido testigo presencial de la depredación de los últimos relictos de los bosques secos y la biodiversidad que estos albergan, sin duda influyeron con mucha fuerza en mi personalidad como ser humano y en mi formación como fotógrafo. En medio de este drama, mi fotografía tiene un fuerte lado nostálgico, pero aun así trato de resaltar el lado positivo y la belleza que hasta el propio desierto ostenta.
—Sin menospreciar las grandes bondades de la fotografía digital, creo que tiene mucho más mérito realizar proyectos fotográficos en carrete; por la cronología de tu carrera, asumo que el descubrimiento de “El Señor de Sipán” —por poner un ejemplo—, así como casi el 70% de tu trabajo, fue realizado en película. ¿Alguna anécdota que tengas sobre esto, o, en todo caso qué tan traumático o beneficioso fue pasarte al mundo digital?
—Sin duda que me costó gran preocupación este cambio trascendental. Hasta el año 2004, todo lo hacía con la fotografía análoga. En la época de los descubrimientos de los Mausoleos Reales de Sipán (1987), usaba película en blanco y negro Panatomic de asa 32 de Kodak, y en color: diapositivas Kodacrhome y Ektachrome. Usaba cámaras Nikon, Leica y Hasselblad. Posteriormente vino la película Fujichrome Velvia de asa 50 que para mi gusto fue superior a las anteriores. Pero ya en el 2005 todo cambió, cuando el señor Pierre Gay, mi amigo y Director del Zoológico Bioparc de Francia, me trajo de regalo una cámara Nikon digital que me la enviaba gentilmente el señor Pierre Chabot, gran fotógrafo francés de la vida silvestre. La anécdota es que sin yo saber, Pierre, traía la cámara en su equipaje, él empezó preguntándome si me gustaría cambiar a digital; yo le respondía con evasivas. Él insistía tratando de convencerme y yo impertérrito me mantenía en mi posición de duda. No fue si no hasta cuando me dijo que me traía de obsequio esa cámara, cuando me ruboricé aceptando muy gustoso este magnifico regalo, e inmediatamente empecé a realizar unas pruebas que terminaron por convencerme; mis viejas cámaras análogas forman ahora parte de una colección de equipos fotográficos que a la vez son parte de mi propia historia. Recientemente compré un scanner para digitalizar aproximadamente 150,000 diapositivas de mis múltiples expediciones a lo largo y ancho de Perú.
—¿En qué punto de tu vida y por qué decidiste aplicar la fotografía al conservacionismo y a la labor social de las comunidades nativas de la región?
—La fotografía es una excelente herramienta para despertar emociones fuertes en el público que la observa directamente en una exposición, o impresas en proyectos editoriales o publicadas en los medios de comunicación. Sin embargo, a pesar del tremendo esfuerzo que hacemos los fotógrafos de la naturaleza para llevar un mensaje conservacionista utilizando estas técnicas y artes visuales, vemos con gran preocupación que los bosques siguen reduciéndose, los ecosistemas deteriorándose, el agua dulce escaseando, la biodiversidad desapareciendo, los problemas del cambio climático cada vez mas evidentes y todo esto acelerado por actividades antrópicas. Los seres humanos somos los que demandamos cada vez más recursos económicos, la competencia de las industrias, los comoditis, la bolsa de valores, las actividades extractivas, la agroindustria, se hayan en un frenesí desmedido que el planeta no soporta. Las comunidades campesinas y nativas del Perú, siendo propietarios de extensos territorios con relativa abundancia de ecosistemas y biodiversidad se convierten en una esperanza para frenar en algo este desbalance que se está produciendo. Nosotros hemos apostado por esta opción aún a sabiendas que no es la panacea y la lucha con los grandes poderes y capitales es absolutamente desigual. Actualmente trato de balancear mi tiempo con la conservacion y la fotografía.
—¿Cómo se ha desarrollado o en qué punto va el “Plan Nacional de Acción para la Conservación del Cóndor Andino”?
—En forma circunstancial, en un Simposio de Rapaces Neotropicales en Ecuador, fui elegido para formar y coordinar el Grupo Cóndor Perú, cuya principal responsabilidad era elaborar el Plan Nacional para Conservación del Cóndor en este país. Este documento se terminó en el año 2008 y se entregó a las autoridades, quienes son las encargadas de dirigirlo y ejecutarlo. Luego han sucedido varios cambios en estos estamentos, pero lamentablemente hasta la actualidad no tenemos en ejecución un plan como sucede en los países que mencionas. Esto está dando lugar a que festividades como el Yawar Fiesta hayan resurgido en forma incontrolada, habiéndose convertido en los últimos años en una nueva y gran amenaza para esta especie emblemática. Nosotros pensamos que el Yawar Fiesta podría evolucionar hasta convertirse en una poderosa herramienta de conservación para beneficio de las comunidades que necesitan del Cóndor y viceversa. Tenemos conocimiento que el Congreso de la República acaba de aprobar una Ley de Conservación del Cóndor Andino, adelantándose al plan que se necesita. Al Perú le sobran leyes. Lo que necesitamos son reglamentos y planes estratégicos implementados; me temo que leyes tras leyes no nos llevan a buen puerto. Así ha sucedido con la Pava Aliblanca, se hicieron leyes nacionales y regionales, pero meramente enunciativas. Si no hubiera sido por Chaparrí, la estadística poblacional habría decrecido. Chaparrí ha sido el único proyecto que ha logrado recuperar en forma notoria la población de la Pava Aliblanca, poseyendo actualmente más de un tercio de la población. ¿Cómo se ha logrado esto teniendo tan escasos recursos económicos? Simplemente con organización y buenas decisiones. Estas decisiones se basaron en contrarrestar las dos amenazas principales para la conservacion de la biodiversidad: Cacería ilegal y pérdida de hábitat. Controlando estas dos amenazas ampliamente conocidas, hemos tenido resultados positivos y concretos para mostrar al mundo. Estos resultados también son motivo de extremados celos y reacciones violentas de otros grupos que se dicen conservacionistas pero que no muestran resultados concretos. Ellos apuestan más a depender de sueldos del Estado y gastar ingentes cantidades de dinero en investigación científica, que después se torna en publicaciones de literatura gris, que muy poca gente la lee y en resumen sólo sirve para satisfacer un ego académico que no se traduce en logros concretos o investigación aplicada. Nos enorgullecemos de que Chaparrí, siendo una comunidad campesina, fue pionero proponiendo los planes de conservación del Cóndor Andino, del Oso Andino y de la Pava Aliblanca. Lamentablemente ni el Ministerio del Ambiente, ni el Ministerio de Agricultura y las propias autoridades regionales han sumado para su implementación. Se han hecho reuniones nacionales solamente para cambiar los formatos, mientras tanto la biodiversidad sigue soportando la extrema presión que los humanos ejercemos sobre ellos.
—El éxito logrado por la reserva de Chaparrí es sin duda una de tus mayores satisfacciones, así como de los comuneros que participaron y participan activamente en este trascendental proyecto que ahora ya es una realidad. ¿Podrías darnos algunas cifras o información de cómo se viene dando el trabajo de reinserción de especies, y de qué manera el ecoturismo ha generado beneficios para las comunidades? A la vez, ¿qué falta o que les impide a las comunidades aledañas a la Comunidad Muchik Santa Catalina de Chongoyape para hacer sus propias zonas de conservación?
—La Comunidad Campesina Muchik Santa Catalina de Chongoyape, es dueña de 42,312 hectáreas, de las cuales se cultivan aproximadamente 1,000 hectáreas. El resto de territorio era considerado eriazo y no producía ni un sol al año de ingresos para los campesinos. En 1999 hacemos una alianza estratégica para poner en valor el territorio comunal creándose la Reserva Ecológica Chaparrí en el 2001, para proteger 34, 412 hectáreas de bosque seco, realizando «econegocios» y actividades socioeconómicas sostenibles como el ecoturismo. Esta actividad que se realiza en un pequeño segmento de la reserva ha generado en los últimos años aproximadamente 200,000 USD de ingresos que el 40 % se reinvierte en la reserva y el 60% para apoyo social: salud, educación, seguridad, directiva comunal, etc. Se han creado aproximadamente 50 puestos de trabajo, la comunidad ha ganado prestigio y autoestima. Comuneros han sido invitados a dar sendas conferencias sobre su experiencia tanto a nivel nacional como internacional. Comunidades de diferentes puntos del Perú y de Latinoamérica vienen a experimentar como pasantías y actualmente deben haberse generado más de S/. 1’000,000 de nuevos soles en jornales de trabajo relacionados con la conservacion. En los logros concretos de conservacion tenemos mas de 30,000 hectáreas de bosque seco en recuperación, hemos propiciado la recuperación de las poblaciones de oso andino habiendo censado más de 40 ejemplares viviendo en el lado norte de la reserva que se puede considerar la población de oso andino más densa de Sudamérica. Cuando se empezó el proyecto la última Pava Aliblanca residente en Chaparrí había sido cazada en el año 1940. Con el proyecto de reintroducción Chaparrí cuenta con una población estable de 100 ejemplares, lo cual constituye casi un tercio del total de la población de esta especie críticamente amenazada, pues se calcula que a nivel mundial no hay más de 300 individuos. Tenemos un hato de 50 llamas reintroducidas en el bosque seco peruano, después de casi 500 años de extirpación de camélidos a la llegada de los europeos al Perú. La población del Cóndor Andino y de Cóndor Real ha iniciado un proceso de recuperación. Se han inventariado más de 200 especies de plantas y más de 250 especies de aves. Las comunidades campesinas aledañas a Chaparrí han mostrado su interés para ser parte de un Corredor de Conservacion entre Lambayeque y Cajamarca. Lamentablemente un grupo de arqueólogos en alianza con autoridades han puesto obstáculos ante estos emprendimientos, pretendiendo crear más bien más áreas estatales. En resumen, las comunidades no reciben apoyo de oenegés o de autoridades que los ayuden a consolidar las iniciativas locales de conservación y desarrollo.
—¿Cuál es tu opinión acerca de las Áreas de Conservación Estatales?
—El Estado Peruano ha hecho un gran esfuerzo en crear el SINANPE, que es el Sistema Nacional de Áreas Protegidas por el Estado. Casi el 15% del territorio nacional está protegido por diversas modalidades de conservacion. El reto para el Estado es buscar la sostenibilidad económica y la eficiencia en el uso de los fondos y el recurso humano para que la conservacion sea real y tangible en estos espacios. Se debería también integrar en forma más coherente en las poblaciones locales que viven en las zonas adyacentes o dentro de estas zonas protegidas, para mejorar el concepto —que por ahora son islas—, tratando de modernizarlos con una visión de Corredores de Conservación. Por otro lado, el Estado debería apoyar otros mecanismos de conservación tales como las áreas de conservación regional, municipal y privadas. Es decir, los ecosistemas frágiles y los paisajes culturales que hasta la actualidad representan áreas de conservacion de segunda categoría, según la interpretación que hacen los asesores legales de las empresas mineras. Es importante también un monitoreo constante de todos los logros concretos que se producen en todas estas categorías de áreas protegidas, así podremos conocer el costo-beneficio de todos estos emprendimientos.
—¿Cuáles crees que sean las principales amenazas que enfrentan las Áreas de Conservación ya creadas?
Actualmente hay más de 60 Áreas de Conservación Privadas en el Perú, siendo Chaparrí la pionera. Hablando por Chaparrí, sin ser la panacea o el modelo perfecto, tenemos logros concretos de sostenibilidad social, cultural, económica y ambiental. Sin embargo la conservación será una actividad en la cual se tiene que estar alerta, por las amenazas internas y externas siempre inminentes. Como amenazas externas podríamos citar: la falta de interés de las autoridades, los celos académicos y de autoridades, el frenesí de las actividades extractivas, la ampliación desmedida y descontrolada de la frontera agrícola, la corrupción que inducen algunos empresarios irracionales, la complicidad de las autoridades encargadas de administrar justicia. En el lado interno tenemos a las comunidades campesinas en general, que tienen problemas con algunos directivos corruptos, además del tráfico de tierras, la cacería furtiva y la tala ilegal.
—Por esas cosas de la tecnología y el posicionamiento global, veo que algunos de tus mensajes me llegan desde Panamá, la curiosidad me mata Heinz: ¿Qué haciendo por allá?
—No hay muchos fotógrafos de naturaleza en Latinoamérica, creo que por eso, y por mi compromiso con las comunidades rurales y el modelo de conservacion de Chaparrí, fui convocado para un Proyecto Editorial para poner en valor el patrimonio natural y cultural de este pequeño pero rico y bello país. Recién estoy recorriéndolo y disfrutándolo, y espero que mi aporte contribuya a resaltar estos valores que merecen conservarse y sumarse al desarrollo socio-ambiental de los panameños. He encontrado aquí un nuevo reto y el hecho de haber podido fotografiar al Quetzal en las tierras altas de Cerro Punta, en la frontera con Costa Rica, ha sido una inolvidable experiencia. En algún momento pensé, iba a terminar mi existencia sin haber podido ver a una de las aves más hermosas sobre la Tierra. Grande fue mi sorpresa de poder encontrarlos con relativa facilidad en un bosque maravilloso y con una infraestructura hotelera formidable, la cual por cierto puede convertirse en un destino ecoturistico de primer nivel. Por eso espero que mi participación contribuya a ese posicionamiento.
—¿Cómo crees que deberían interactuar los planes de conservación y de turismo?
—Al igual que en el Perú, Panamá adolece de planes participativos de turismo. Particularmente creo que cualquiera actividad que uno pretenda empoderar en la gente, tiene que ser participativa. Aquí se hace lo que plantea la mayoría, y lo hace más democrático. En el Perú he tenido la oportunidad de participar en el PENTUR que es el Plan Nacional de Turismo, en el PERTUR que es el Plan Regional de Turismo, y, en el Plan de Turismo de la Comunidad de Chaparrí. Debo admitir que el único que se ha respetado hasta la fecha es el Plan de la Comunidad. Por el Estado siempre se cambian las reglas de juego, se dedican a revisar el plan cada vez que hay cambios políticos, pero en resumen no se respetan y menos se ejecutan.
Entrevista publicada en el portal Sócrates, Asociación Civil Cultural, de Perú.