EL MONTE FUJI

Texto y fotos: Milagros Aguirre

Existe una línea tensa entre la fantasía, la realidad y lo sagrado cuando se habla de samuráis y katanas, de dioses y montañas. En Japón existe un monte, un monte imponente que de tan viejo es sabio y modesto: Fujisan.

Mt.Fuji

 

Así como los antiguos herreros (Kaji) forjaron y templaron el sable, incorporando al mismo metal fundido los dioses guerreros; la naturaleza también hizo su parte contorneando el tenue perfil de la montaña que esconde los misterios de la tierra.

La fragilidad y a la vez dureza, es lo que caracteriza a ambas. Ambas son deidades, ambas son instrumentos: material y espiritual, para mantener el orden de las cosas, la paz con justicia, el respeto, los valores y los principios.

Mientras que el mundo occidental, se empeñaba en demarcar sus territorios conquistados, con arcos, portales y edificaciones y la China  amurallaba la hegemonía sobre sus pueblos; los japoneses veneraban no solo el Fujisan sino todas la montañas como divinidad, como ícono de ubicación, no solo geográficamente sino, espiritual.

Fujisan, es sagrado desde tiempos inmemorables. Peregrinos, miembros de algún clan, sacerdotes, samuráis y herreros subían al monte como ejercicio religioso, como es en la actualidad.

Fue también fuente de inspiración para poetas, escritores y pintores, una expresión que marcó un gran espacio en la historia y luego en cada hogar como fuerza y firmeza, hoy en día para deleitarnos con su belleza.

Cuando un samurái elegía a un herrero para designarle la creación de su espada, éste abandonaba su familia, su pueblo y se adentraba en las montañas para purificarse, concentrarse, equilibrarse. Para conectar tal vez con los dioses del monte o las diosas de las aguas subterráneas en un ritual en la que el herrero poseía la sabiduría y la sensibilidad de sus manos para forjar la espada, alma de un samurái.

Todas estas historias, de samuráis y katanas, de nobleza, grandeza, actitud y lealtad  ha quedado por ahí, en algún rincón del tiempo, en algún pecho inflado de leyendas y cuentos. Tal vez, el Fujisan alberga a todas las almas de antiguos guerreros, que duermen apacibles en sus faldas bajo tierra, hasta el día en que algún chisporroteo de magma ilumine los cielos de la isla y despierten a danzar al ritmo del fuego con sus  sables incandescentes.

Hoy en día, dentro de toda esa gran masa de construcciones, contaminación e invasión tecnológica de las grandes ciudades; aún, entre todo ese amasijo, se eleva gentil e imponente la punta más alta de la isla. El Fujisan mide 3.776 m. se encuentra entre las prefecturas de Yamanashi y Shizuoka. Es bañado por cinco viejos lagos, que en tiempos pasados fue una sola cuenca; divididos así, desde la prehistoria, por los flujos de lava de él mismo. Se dice, que tres de estos lagos comparten ríos subterráneos, ya que mantienen el mismo nivel de agua.

Los cinco lagos que conforman el Fujigoko son: Motosusko, Kawaguchi, Motosu, Shoji y Yamanaka.

Los kanjis (caracteres de origen chino que se utiliza en la escritura japonesa) usados para la palabra Fujisan son: Fu (富), que significa “Riqueza”; Ji (士) que significa “Samurai”; y  San (山), que significa “Montaña”.

El Monte Fuji nos ofrece su esplendor en las cuatro estaciones del año, cada una tiene su peculiar belleza, pero la mejor temporada para encontrar un cielo azul despejado y la nitidez para admirarlo, es en época fría: Otoño-Invierno; ya que en tiempos de calor, la humedad crea vapores y nubes cargadas, dificultando la visión.

Es necesario acudir al lugar muy temprano, embriagarse del frío viento que nos sopla sus lagos, esperar los primeros tímidos rayos del sol despuntando a sus espaldas. Es necesario de quietud y sentir el movimiento de la tierra, ver la ilusión del Sol rotando sobre la cumbre y captar los suaves matices en un acto confabulado entre el sol, el cielo, el lago y la montaña.

El 22 de Junio de este año, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) denominó como Patrimonio de la Humanidad al Monte Fuji por ser objeto de veneración y fuente inagotable de arte. ♦

Mt.Fuji

(Publicado en la revista digital Kantō número 2, páginas 44 – 49)

6 Comentarios

  1. Parabéns Milagros Aguirre por mais esse trabalho maravilhoso!!!
    As informações são bastante interessantes e as imagens belíssimas!!!! Amei!!!

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    • Obrigada minha amiga¡ vc sempre dando a força¡ Beijao¡

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  2. Felicidades las tomas maravillosas, , y la narracion encantadora , que sigan los exitos !!!!

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    • Gracias Cristina¡ Siempre acompañándome¡ Besos¡

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  3. Excelente publicación. Está bellamente escrito. Las fotos son maravillosas también. Lo único que faltó citar es aquel dicho popular en Japón según el cual “es tonto quien no ha subido nunca al Monte Fuji, y también el que lo hace dos veces”.

    Salud os deseo (saludos).

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  4. Muchas gracias por su comentario Sr. Nakajima Bernardo.
    Es verdad, ahora que Ud menciona el dicho, debí citarlo; pero la memoria me falló.

    Saludos¡

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