De la indignación transformadora

ESCRIBE: DAHIL MELGAR TÍSOC
(Antropóloga social méxico-peruana )
Fotografía: Willian Susuki

Jornada del 18 de mayo en Tokio sobre el acoso escolar (Foto archivo: ©Willian Susuki)

Jornada del 18 de mayo en Tokio sobre el acoso escolar (Foto archivo: ©Willian Susuki)

 

Hace un año leía por Facebook, a un amigo en Japón conversar con los suyos en relación al sentimiento de injusticia. La plática se había suscitado a raíz de una experiencia por muchos conocida: la discriminación que si bien no es cotidiana, sigue siendo subyacente en los espacios de trabajo, en la vía pública y en las escuelas en Japón; y ante ella, la mayoría de los migrantes podrá contar alguna historia. Así como muchas otras más positivas. No obstante, la conclusión de aquel diálogo virtual me sacudió en el sentido más positivo, pero estrepitoso del verbo: “la indignación no es mala en sí misma, cuando conduce a querer cambiar las cosas”. En ese momento no me imaginé que un año después esa indignación y ese amigo estuvieran de manera efectiva cambiando las cosas, en este caso, en relación a una problemática en concreto: el abuso escolar en Japón. Donde dos actos de ijime —a una niña y un niño peruanos, dada la hondura de los agravios— germinaron la necesidad de actuar de manera colectiva, pese a que días después se suscitaran controversias.

Sin embargo, la polvareda ya levantada hizo posible dimensionar que las acciones individuales son deseables, pero más contundentes se tornan cuando se replican al unísono; cuando son muchos, en lugar de pocos, los que las llevan a cabo. El problema ahora era por ¿dónde empezar? La acción más inmediata emprendida puede verse: buscar conformar una comunidad de sentimiento y de sentido, es decir, juntarse entre aquellos que comparten una misma problemática, ya sea la actual vivencia o bien, la posibilidad tangible de que sus hijos sufran ijime en las escuelas. A ello la respuesta ha llevado a conformar una comunidad electrónica —que en su breve existencia, suma más de 2,043 subscriptores— y a reunir el pasado 18 de mayo en Tokio a padres y madres de familia de diferentes puntos geográficos, que se reunieron en carne y hueso a partir de una iniciativa que nació virtualmente.

Al respecto pienso, en un antropólogo brasileño: Gustavo Lins Ribeiro, para quien el internet hoy en día permite construir comunidades que pese a ser digitales, en ellas contienen el germen (y se podría añadir, también la fuerza) del nacimiento de las naciones. Para ello se basa en otro autor: Benedict Anderson quien acuñó la idea de que las naciones estaban basadas en la imaginación de la comunión, donde el papel de los impresos había sido fundamental al permitir que personas distantes geográficamente entraran en comunicación, e imaginaran un lazo entre ellas a pesar de su dispersión territorial. Pero, además de comenzar un proceso de construcción de comunidad a través de un ejercicio en contra del ijime, también se está construyendo de manera colectiva voluntades y conocimientos, puesto que en dicho foro, no se requiere ser un especialista envestido de credenciales o un líder carismático para tener derecho a la palabra, al voto y a la contribución. Los medios y lenguajes para hacerlo son distintos: una imagen, un video, un comentario, una anécdota, una pregunta o una metáfora que genera diálogos polifónicos que de manera colectiva buscan pensar en caminos y acciones.

Y ésta posibilidad, de algún modo es otro de los puntos que Ribeiro señala como una de las riquezas de nuestro mundo virtual: poder publicar ideas con un alcance inusitado, comenzando por la oportunidad de transitar de ser espectador, a convertirse en creador de contenidos, cuando antes la producción impresa limitaba las posibilidades reales de hacerlo. Mas internet con sus portales gratuitos, blogs, y foros permite construir espacios abiertos al diálogo, que no sólo circulan a nivel local, sino global. Ahora bien, cierro esta pequeña nota retomando la idea de la injustica transformadora, la cual si la llevamos al plano político y filosófico, para Barrington Moore: sin los fuertes sentimientos morales de indignación, los seres humanos no actuarían en contra de situaciones evitables o injustas y que por tanto no deben, no pueden y no necesitan soportarse.


Referencias:

Anderson, Benedict. 1993. Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. México: FCE.

Moore, Barrington. 1989. La injusticia: bases sociales de la obediencia… México: UNAM

Ribeiro, Gustavo Lins. 1996. Internet e a comunidade transnacional imaginada-virtual. Brasilia: Departamento de Antropologia, Universidade de Brasília.

Autor: Dahil Melgar Tisoc

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