Yoko despertó por el ruido de la puerta al cerrarse. Estiró la mano y solo se encontró con la tibieza de las sábanas. El iPhone comenzó a vibrar, tenía un mensaje: “Se miente más de la cuenta/ por falta de fantasía;/ también la verdad se inventa (A. Machado)”.
Tiró el celular molesta y este empezó a vibrar con un mensaje nuevo, pero ella no hizo caso. Se levantó y apuró el paso ya que le quedaba poco tiempo.
Ella se bañó, se arregló y salió a la calle. El sol radiante golpeaba su rostro dejándola sin ojos y llenándola de arrugas. Él apareció, a lo lejos, entre el mar de rostros lo reconoció, ella miró hacía el otro lado y se alejó.
Se había levantado molesta y desconcertada por el mensaje, no esperaba que después de la tonta pelea él decidiera abandonarla sin ninguna explicación. Sabía que debían haber luchado más, pero era muy tarde por las mentiras y los engaños, lo único que ella deseaba era poder olvidarlo y seguir adelante.
En una esquina de la amplia y glamorosa oficina, en el noveno piso del pequeño edificio de la Corporación Deltex, Daniel Cobrietti miraba la ciudad desde la ventana, tomó un sorbo de su café y acercándose al intercomunicador ordenó a su secretaria: “¡Encuentra a Yoko ahora!”
Algo que a pesar del tiempo y la distancia ella jamás pudo hacer, aunque empeño había puesto en ello, más no podía, no sabia que pasaba, que al dormir era su último pensamiento y al despertar, el primero.
Yoko (su actual nombre) estaba en plena Kokusai dori en Naha, Okinawa, caminando sin rumbo, atormentada por el mensaje, con esposo y dos hijas, tenía ahora una familia feliz y creía que había dejado atrás su pasado senderista…
Entre la muchedumbre y miles de tiendas que la rodeaban, buscó un lugar donde sentarse y poder respirar tranquila. De repente, sin darse cuenta, empujada por la gente y por la necesidad de silencio, se encontró frente un cafetín. En el umbral de bambúes, que era la entrada, había un cartel escrito a mano que decía…
ペルー料理 (comida peruana )
Y recordó… Hace muchos años atrás, antes de huir a Japón: “Mata al alcalde o nos volteamos a tu familia…”
Y siguió recordando… Su abuelo le había contado que llegó a ese pequeño pueblo escondido en la sierra, alejándose de las persecuciones en la capital contra los japoneses que eran acusados de espías y enemigos del Perú, aliado de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.
Ese diminuto pueblo, naciente en la cima de las montañas y a cuyas faldas, un grueso trazo de niebla lo separaba del camino que se quedaba atrás. De Okinawa se había embarcado a Perú huyendo del flagelo de la pobreza, pero también en un acto de dignidad de alguien que había nacido uchinanchu y se rehusaba a dejar de serlo. Allí, él y la gente que encontró, compartían un mismo trazo de historia.
Mientras tanto, Daniel Cobrietti esperaba pronto que su secretaria le trajera buenas noticias. Él no sabía que ella tenía toda la información y que ésta jamás dejaría que llegue a sus manos porque estaba podrida de tener un jefe de esa calaña. Daniel Cobrietti tenía todo el dinero del mundo, pero ni una pizca de cortesía ni agradecimiento. Ella ya había decidido esconder toda la información a su jefe…♦
Mediante el uso de Facebook se pidió a los amigos lectores de la revista colaborar con este relato que comienza cuando Yoko despierta y recibe un mensaje en su smartphone.
Cada uno de ellos construyó una parte de la historia que fue llevada por escenarios inesperados.
Este tipo de prácticas no es nada nuevo, hay toda una serie de movimientos en las artes (visuales, literatura, pintura, música y otras) que se inspiran en el famoso “cadáver exquisito”.
Agradecimiento muy especial por su participación (en orden alfabético):
- Dahil Melgar (México)
- Daniel Lucas (Ecuador)
- Fabiola Oshiro (Japón)
- José F. Nakamoto (Perú)
- Jorge Luis López Endo (Japón)
- Marcos Kanashiro (Japón)
- Martha Amelia Vetter Ariza (Japón)
- Milagros Aguirre (Japón)
- Nitty Nuñz J (Venezuela)
- Rafael Tokashiki (Japón)
- Reina Obando Cuadra (Nicaragua)
- Shigueru Sakuda (Japón)
- Víctor Gusukuma (Japón)
Publicado en la Revista Kantō número 5:
https://issuu.com/revista_kanto/docs/revista_kanto_numero_5/5?e=0