En las Navidades, como en todas partes, la venta comercial y mercantil muy común de la festividad llega a todos los lugares del mundo globalizado. La Navidad en Japón tiene su propio encanto en la competencia de los distritos comerciales en los juegos de luces y artificios electrónicos puestos en los árboles de una plaza o avenida principal. En varias calles comerciales se iluminan los árboles con pequeñas luces y encandelillan con la perspectiva de una Navidad de brillo y de ilusiones. Destaca con singular prestancia la figura del “Papá Noel”. Como parte de la importación anglosajona de la festividad comercial de las Navidades. Para los japoneses la Navidad no es la fecha en que se celebra el nacimiento del Cristo redentor de los cristianos ni tiene el sentido religioso de la fecha. Totalmente desconocido, aparte del reducido número de creyentes católicos y cristianos. No hay nacimientos ni Reyes Magos en el imaginario popular y comercial. No es un día feriado o festivo en el calendario japonés, tal como estamos acostumbrados en nuestros países católicos, y esas discordancias nos sorprendieron en su día cuando pasamos la primera Navidad en Japón, con la sorpresa de las luces y los colores, para un día común de trabajo y de horas extras por sudar.
La figura de “Papá Noel”, puebla todas las tiendas y los mensajes comerciales alusivas a la fecha. Es el símbolo de la Navidad en Japón. No existe la cena de noche buena y tampoco está extendida la costumbre de regalos de juguetes para los niños. El Japón tiene su propia festividad en que se regalan juguetes a los niños y es el 5 de Mayo – Día de los niños – El otro símbolo es la torta de Navidad, popularizada su venta como consumo de Navidad, por todas las tiendas y comercios y últimamente se ha popularizado también la venta de pollo frito, en sus diferentes versiones gastronómicas. Esta costumbre se puede ver en las estaciones de tren, donde las principales tiendas de venta de pollo frito ofrecen sus productos con jóvenes vestidos de Papá Noel ofreciendo el producto. La decoración roja y verde, con bordes amarillos, pueblan también todas las tiendas y la propaganda comercial. Los japoneses aparentemente aceptan esta festividad como algo natural de las costumbres globales y compran su torta y sus piernas de pollo frito para comer en casa.
Y quizás llevados también por el conocimiento a través de los medios informativos globales o de la oportunidad es mía allí donde la puedo aprovechar, últimamente se ha popularizado la “cena de navidad” pero en los restaurantes de los hoteles de lujo, que aparte de una lujosa cena con todos los aderezos comunes para este tipo de ágapes, se ofrece uno o varios números musicales por parte de conocidos cantantes. Los precios varían de acuerdo a la categoría del hotel y/o la calidad de la cena. Todo el escenario es adornado con motivos navideños y festivos. Porque de lo que se trata y ofrece es de pasar lo bien en una noche importante.
Hasta aquí santo y bueno, como diría el refrán, pero existe otra curiosa costumbre que se ha impuesto, como aquella de regalar chocolates en el “Día de San Valentin”, por parte de las mujeres a los varones. En Navidad se ha propagado una costumbre no tan inocua como sorprendente. Se ha instaurado la costumbre de que para la Navidad, las parejas celebran esta fecha acudiendo a los moteles u hoteles de citas amorosas, llamados en Japón: “Love Hoteru “. Esto ¿por qué?, porque en Japón existe la creencia de que las fiestas navideñas sirven para que las parejas celebren sus relaciones amorosas, algo semejante al día de la secretaria o de los enamorados en Perú. Los hoteles especializados en estas actividades, compiten furiosamente por el mercado de las citas amorosas en Navidad. Ofrecen a sus clientes, descuentos especiales, comodidades extras, obsequios en perfumes, medias y artículos varios; generalmente para las mujeres, en la creencia de que son la parte de los clientes, más fácil de convencer.
En la profusa propaganda que difunden los “Love Hoteru”, resaltan las magnificencias de sus instalaciones, las excentricidades y las novedades propias de esos locales. Todo esto con adornos navideños, para que los clientes recuerden que es la fecha indicada. Detrás de una cama redonda con juegos electrónicos y de luces colocan un árbol de Navidad. Los japoneses no se inmutan ante esto, y no se escucha ninguna voz discordante o de protesta frente a esta curiosa costumbre, que sonaría discordante y sería reprimida en cualquier país católico. En el pragmatismo e impasibilidad propio de su cultura e idiosincrasia, los japoneses, no se hacen problemas por los “líos ajenos”; bastante tiene con los propios. Y las relaciones amorosas, de adultos son asuntos privados de las personas que no les concierne. Y si en algo tiene razón esta curiosa costumbre es que relacionan la fiesta de la navidad con el amor. Relación que en otro sentido por supuesto en occidente también es válida.