Gambateando

20 años de “Gambateando”

LA CANCIÓN “DEKASEGI”

Texto y fotos: Eduardo Azato Shimabukuro

 

Beto

 

   “Con sueños e ilusiones, y una deuda pendiente / Ramón se va a trabajar al País del Sol Naciente (…) Para matar la tristeza que tiene en su corazón / por la familia que espera Gambateando va Ramón…”. “Gambateando” (Diamantes, 1993).

Directo al corazón. Así, con letra fácil, sin florituras literarias, “Gambateando” no sólo fue el primer gran éxito de la banda “Diamantes”, sino que se convirtió con los años -de boca en boca, u “oído en oído”, si quieren-, en una suerte de himno devenido en grito de guerra para los latinos inmigrantes en el Japón. Como su propio ritmo, a muchos el significado de sus frases les resultó familiar. Ellos mismos, de sol a sol, las vuelven a escribir día a día con su esfuerzo.

Compuesta en 1993 al son de compases de rumba y salsa, les alegró a las primeras generaciones dekasegi aquellas fiestecitas improvisadas conmemorando el cumpleaños de algún compañero en el cuarto de ocho tatami. Pero la tuvieron también como soundtrack permanente en la ronda obligada de cervezas de las noches sabatinas, luego de retornar de las fábricas a descansar el músculo y rumiar en silencio las desventuras de los primeros años en esta tierra ajena.

Y fue más suya cuando se enteraron que era uno como ellos el que se las cantaba, el que les daba ánimos para seguir remando río arriba. Aún hoy, cuando el dekasegi viró su condición a inmigrante y luego a residente, en estos tiempos en los que muchos “Ramón” ya viven con la familia en casa propia, el tema no pierde actualidad transcurridas dos décadas.

   “Es el tema que hace conocido a “Diamantes” y narra parte de mi experiencia como inmigrante en el Japón. La mía y la de miles de latinos, incluidos mi familia, parientes y amigos. Todos ellos vinieron a trabajar en las fábricas y en esos primeros años sus experiencias dolían. Sentí la necesidad de contar todo esto y hacerlo cantando. En 3 o 4 minutos que dura una canción puedes decir tantas cosas”. Y se puede emocionar a tantos, agregaría. 

Quien me lo contó fue Alberto Shiroma, el vocalista y rostro principal de los “Diamantes”, cuando en una entrevista, hace ya algunos años, le pregunté cómo nació “Gambateando”. No pensó, ciertamente, en el impacto que tendría esta canción para la naciente comunidad de latinos en el Japón. La identificación con sus versos fue inmediata: les estaba “cantando-contando” parte de su propia historia.

Alberto (que es el nombre que usa en su carrera paralela como solista), o Beto, para quienes lo conocen mejor, es hoy un artista que ha conseguido establecerse en el difícil mercado artístico japonés. Vive de su arte, cuya excelencia le ha permitido compartir escenarios y programas de televisión con primerísimas figuras del showbiz japonés y pesos pesados del pop internacional como Julio Iglesias, Cyndi Lauper o Meja.

Dirigiendo y dando voz a “Diamantes”, en 22 años de carrera, ha grabado 13 álbumes y 5 compilaciones. Como solista, con el nombre de Alberto, produjo hasta ahora seis CD, uno de ellos en colaboración con Carlos Kano, ex vocalista de la Orquesta de la Luz. Algunos de estos discos fueron grabados en Nueva York, bajo producción de gente allegada a grandes como Marc Anthony.

Pero en cierta forma, también fue un dekasegi. Como al “Ramón” de su canción, el mismo DC-10 lo esperó un buen día para salir de Lima en pos de un sueño: ser cantante profesional en el Japón, y del género enka, ese género de baladas japonesas tradicionales. Tenía 20 años y resolvió cambiar  diseños de arquitectura, carrera que estudiaba, por partituras musicales.

La llave para abrir puertas: un boleto que obtuvo como premio en un concurso internacional de karaoke. La razón para que se le cerraran muchas: el no hablar el japonés. Era una época en la que los artistas extranjeros no abundaban como hoy, y sin dominio del idioma en cierto nivel, imposible. Arienai. Allí percibió que los primeros tiempos no serían días de vino y rosas, como cantaba Andy Williams en los sesentas.

   “No hablaba el idioma y ése era el principal problema. Tenía 20 años y en esa época no había cantantes jóvenes para el género. En la misma época la brasileña Marcia tuvo su oportunidad con el maestro Kosho Inomata. Visité muchos compositores y nada. Tal vez no fue el momento, pero lo cierto es que luego al mes me di cuenta que no ataba ni desataba en Tokio. Por otro lado, no podía, no quería regresar. En el Perú me habían despedido como si fuera a triunfar y mucha gente me dio su respaldo. No podía defraudar a tanta gente, de modo que tuve que replantear todas mis expectativas. Comenzar de cero”. Así que decidió abandonar la Big City, dejando el neón y el glamour de la capital japonesa y se fue a Okinawa a pelear nuevas oportunidades. Y el que sigue la consigue.

Beto Shiroma durante celebraciones patrias peruanas en Tokio

Beto Shiroma durante celebraciones patrias peruanas en Tokio

“LATINIZANDO” OKINAWA

Estudió en la isla la cultura musical local y la ejecución de instrumentos tradicionales, mientras pulía su nihongo y trabajaba como mesero y lava-platos en un bar-izakaya local. Se ofrecía a cantar gratis en el mismo, hasta que su calidad fue reconocida y fue contratado para hacer shows en eventos y hoteles. Del enka, nada; el suceso vino a través de temas tradicionales latinoamericanos como “El Cóndor Pasa”, canciones pop en lengua extranjera como “Volare”, “Samba pa ti” o “La Bamba”, y boleros románticos de “Los Panchos”. Un repertorio de evidente rasgo latino que obviamente dominaba. Vio que podía vivir de ello, como lo planeó inicialmente. Hasta que llegó la oportunidad de formar con otros músicos el grupo “Diamantes” en 1991. Fue cuando Okinawa se hizo latina. Literalmente.

“Okinawa Latina” se llamó el primer disco y tuvo a “Gambateando” y “Okinawa Mi Amor” como canciones principales del álbum, pese a estar casi íntegramente en español. Impactó en Okinawa tanto por sus ritmos alegres, como por la particularidad de introducir palabras en el idioma de Cervantes en las canciones, algo que se constituye en el “leit motiv” del grupo hasta nuestros días. El estilo de la banda se diferenciaba nítidamente del de otros grupos pop, que hacían música contemporánea según la moda americana, o una fusión moderna con rasgos de música okinawense. “Diamantes” hacía música tropical, inédita en el ambiente artístico de la isla. Y el experimento pegó.

El estribillo “Qué omoshiroi, Okinawa Latina, qué omoshiroi..” , perteneciente a la canción “Okinawa Latina” -que recién aparece en el tercer álbum de la banda: “Conquista”, de 1995-, es sumamente conocido en la isla e invita a bailar a todo aquél que lo oiga. Pero también puede patentizar el rumbo que ha tenido la carrera de “Diamantes” desde sus orígenes: hacer conocidos no sólo elementos de la cultura latina a través de sus melodías, sino también las costumbres de los latinos de origen nipón que viven en esa región, orgullosos de su bi-culturalidad. Y la fácil aceptación tal vez tenga base, si se explica que un mayoritario porcentaje de okinawenses tiene o ha tenido familiares que migraron a Sudamérica. Como Beto, un okinawense de tercera generación, pero haciendo el trayecto contrario. Del Perú al Japón.

De modo que hay más que pachanga y “saoco” en “Gambateando” y su conexión con la comunidad inmigrante. Puede tener hasta una interpretación antropológica. Hay un estudio al respecto, hecho por el investigador Shuhei Hosokawa, del Instituto Tecnológico de Tokio, dado a conocer en el año 2002 en una publicación científica española llamada Revista Transcultural de Música. El título: “Okinawa Latina: ‘Diamantes’ y la errante identidad de los emigrantes nipo-peruanos”. Lo cito:

“Gambateando’, una rumba flamenca que abre ‘Okinawa Latina’, da voz a este callado grupo de trabajadores latinoamericanos. Digo que son un grupo callado porque sus expresiones de identidad han sido silenciadas o no reconocidas por parte de los japoneses. El título consiste en una combinación humorística y obviamente agramatical (…) La inserción de palabras japonesas o de corte japonés dentro de la conversación en castellano es común entre los ‘dekasegi’ (…) Esta alternacia de códigos (code switching), una táctica lingüística para los forasteros ‘incomunicados’, muestra que ‘Gambateando’ no es sólo una canción sobre los ‘dekasegi’, sino que está dirigida principalmente (aunque no en exclusiva) a ellos –es decir, los trabajadores hispanohablantes que se quejan de los problemas de comunicación e indiferencia que han de enfrentar constantemente desde el momento del desembarco del DC-10”.

Alberto Shiroma no sólo le puso música a la historia de la presencia de los latinos en Japón, que ya va por su cuarto de siglo. Su canción emblema es, ante todo, un mensaje de ánimo para cualquiera que deja su país para labrarse un mejor futuro. De la lucha por objetivos, de sacrificios, de superar problemas e incomprensiones. Como se explica en el texto de Hosokawa, “Ramón” puede ser el alter ego del propio cantante. Y de todos nosotros, los que optamos por venir a vivir al Japón. Sus aflicciones son un poco nuestras.

Y, como todos, él también “gambateando va” en lo que le toca.

 

Beto Shiroma en el festival NIPPONIA 2012 en Lima, junto a Kazufumi Miyazawa, Claudia Oshiro y Eric Fukusaki (Foto: Cortesía Prensa NIKKEI).

Beto Shiroma en el festival NIPPONIA 2012 en Lima, junto a Kazufumi Miyazawa, Claudia Oshiro y Eric Fukusaki (Foto: Cortesía Prensa NIKKEI).

 

*****

Sobre el autor:

Eduardo Azato, periodista y fotógrafo freelance

Autor: Eduardo Azato

Comparte en

Deja un comentario. Puedes usar tu cuenta de Facebook, escribes y solo haces clic en el ícono. ¡Gracias!

A %d blogueros les gusta esto: