CHARLAS CON DON JUAN

Para situarnos bien en el espacio y el tiempo, brevemente les comentaré, que estos episodios sucedieron aproximadamente en el año 1988, en el Hogar Canevaro (Centro de cuidados de la persona adulta mayor) del distrito del Rímac, Lima, Perú, a raíz de realizar unas prácticas del curso de psicología del desarrollo. Nuestra labor consistía en hacer dos anamnesis, y poner, sobre todo, atención en la observación de la conducta de los entrevistados.

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Mi primera entrevista se desarrolló sin ninguna novedad, la segunda me permitió conocer a un hombre muy peculiar.

Juan, ese era su nombre, todos le decían don Juan y obviamente yo no fui la excepción. Era un hombre de 70 años, de contextura media, tez trigueña, bigotes y una mirada, que denotaba mucha paz, tanta que era difícil querer dejar de conversar con él.

Cuando se desplazaba se bamboleaba de un lado a otro, apoyando todo el peso de su cuerpo en el lado izquierdo, pues de pequeño había sido víctima de la poliomielitis, que le dejó esa secuela. Más tarde me comentaría, que eso no fue ningún impedimento para desenvolverse normalmente, jugar a la pelota, gorrear el tranvía, bailar y perseguir a las chicas, en fin, totalmente libre de algún complejo.

En más de una ocasión me dijeron que siempre estamos aprendiendo, no solo en las aulas, sino sobre todo por la experiencia de las personas que se cruzan en nuestras vidas y forman parte sin siquiera saberlo de los cambios que producen estos encuentros.

El conocer a don Juan, fue corroborar esa idea.

Es por esta razón que les presento a don Juan, lo que dijo y yo me permití condensar en algunas de nuestras conversaciones.

ACERCA DE LA EDUCACIÓN

“La educación está formando gente igual, sin criterio, repetidores como loros, cero creatividad, siendo los alumnos meros receptores, por lo tanto, nada de poder para el estudiante.

Entramos en la escuela cual materia prima de una fábrica, en el proceso que sigue, debemos repetir lo que el maestro quiere oír en los exámenes y el producto resultante es todos iguales, producto terminado.

El alumno es exactamente la materia prima, pero el error está en eso mismo, olvidar que son personas los que están ingresando, con capacidades distintas, con potenciales que no son vistos, con posibilidades ilimitadas que son en última instancia desperdiciados.

Desde un inicio se presume que el maestro es el que “sabe”, el alumno no sabe nada, por lo tanto es como un envase vacío, que hay que llenar de conocimiento, ¿pero es realmente así? ¿Somos solo mente? ¿Y la parte emocional y espiritual?

Tanto alumno como maestro establecen una relación en la cual ambos aprenden, pues si descubriéramos juntos el camino, sin censurar las ideas de estos pequeños maestros de antemano, obtendríamos el mejor regalo que podemos obtener, que es la expectación y alegría de aprender a descubrir y descubrirnos a nosotros mismos en el camino.

La meta de todo el proceso educativo es la obtención del título.

Yo cuando estudié nadie me dijo cómo ser feliz, ¿te lo dijeron a ti?

En este modelo, eso no interesa”.

Todo esto lo expresaba vivamente, poniendo énfasis en las palabras, alargando los finales, pero sobre todo, la luz que emitía al verle, era sentirse traspasado por la intensidad y serenidad de sus ojos.

ACERCA DE LA FELICIDAD

“Te has dado cuenta que la felicidad es algo que siempre está un paso por delante de nosotros, que la alcanzaremos cuando logremos… en ese espacio coloca lo que creas, y te darás cuenta que una vez conseguido, siempre falta algo por conseguir, y correrás y te esforzarás por ese “algo”.
Seré feliz cuando termine la universidad, luego cuando me case, después cuando tenga un hijo, etc., etc.

Corriendo sin tiempo, y esforzándonos cómo no, en la meta siguiente, perdiendo de vista el recorrido. Buscando infructuosamente fuera de nosotros, cuando lo que tanto buscamos, siempre lo llevamos con nosotros, y está dentro de uno mismo.

¿Sabes qué nos mantiene cual zombis, recorriendo el mundo sin consciencia?

Vivir en el pasado o en el futuro, dejando de vivir tu presente, que al final es el único tiempo real que existe, pues los otros dos, son solo evocaciones, de lo que fue, o de lo que será.

Tú me dirás, ya, está bien, entiendo eso, ¿pero como hago para que mi mente no me lleve de un lugar a otro del tiempo, pues es lo que me sucede siempre, al menor descuido, ya estoy sufriendo por lo que hice mal o deje de hacer en el pasado, o preocupado, ensimismado, por las preocupaciones del futuro?

La respuesta es sencilla, pero hacerlo no tanto… Siendo conscientes, y saber que somos más que nuestros pensamientos, creencias, identificaciones, en fin todo lo que dimos como cierto y no ponemos en tela de juicio. Darte cuenta que detrás de un pensamiento esta el que piensa, que es el que debería decidir, pero cuando no eres consciente, son estos pensamientos los que terminan dominando toda tu vida, y vas por ahí “reaccionando”, en lugar de decidiendo”.

Esta vez una amplia sonrisa se dibujó en su rostro al ver mi cara al oír sus ideas, y es que después de todo, muchas veces escuchamos afirmaciones como: “¡Yo soy así!” y después de lo dicho por don Juan, no sería acaso “¡Yo pienso así!”, por lo tanto, ¿puedo cambiar ese pensamiento cuando lo decida, y no estoy condenado a seguir actuando de la misma manera?

ACERCA DEL AMOR

“Acerca del amor todos escriben, cantan, definen y bombardean constantemente, ¿verdad?

Pero yo creo que es más fácil decir qué no es amor, para que luego cada uno consiga su propia definición, y así, de esa manera, más real y propia.

Amar no es poseer, mucho menos negociar, tampoco pedir, encasillar o controlar.

En más de una canción oímos algo como “si no estás, me muero”, “si me dejas ahora, no seré capaz de sobrevivir”,“de que me sirve la vida si me faltas tú”, etc.

Es la idea de encontrar en el otro lo que me falta y así completarme, y si seguimos esa línea de pensamiento, entonces, si no estás en mi vida, yo no puedo continuar viviendo.

“Debes” ser, hacer, pensar o sentir, como yo pienso que debe ser.

¿No es de locos? Por eso tanto sufrimiento, tanta agresión de uno hacia el otro.

Seguro escuchaste: Él es muy celoso, pero es porque me ama mucho.

¿Será eso así? Los celos son para mí, estar centrado egoístamente en uno mismo, la atención está basada en lo que yo siento o voy a sentir, cuando mi pareja hace, dice o actúa de tal o cual manera, y entonces la pregunta obvia es, ¿realmente los celos son por amor?

El amor está dentro de cada uno, y si nos tomamos el tiempo de descubrirlo, sentiremos que es lo que nos une, unos a otros, que nos convierte en uno a pesar de las diferencias.

Cuando sabemos que lo tenemos con nosotros, entonces, no lo buscamos fuera de nosotros, buscando en el otro completar eso que nos falta, sino, compartir cada uno lo que traen. Quiero darte esto de mí, y que seas como eres, no como yo quiero que seas. Dicen que el amor es ciego, ¿lo crees? El enamoramiento posiblemente sí lo sea, ¿pero el amor? En el amor verdadero hay una visión lúcida, hay un verse y reconocerse, pues ves la luz que trae el otro, sintiéndole y respetándole con la más absoluta libertad, pues si no hay libertad, entonces creo que estamos fuera del amor.

¿Crees que deberíamos diferenciar el amor de pareja, de hermanos, de padres, etc. y todas las divisiones que nuestra costumbre cientifista tiende en dividir todo hasta la mas mínima expresión, para así estudiarlo?

El amor es uno, que lo dirijamos a donde lo dirijamos, siempre será amor.

Libre, nacido del deseo profundo del dar, y por lo tanto, dejándolo ser como es, porque el control sobre él traerá los problemas que ya conocemos.

El amor une, el miedo divide, el amor siempre estuvo con nosotros desde el mismo inicio de nuestra existencia, por amor llegamos a esta experiencia llamada vida, solo de nosotros depende despertar y ser conscientes de la grandiosa oportunidad que tenemos día a día al despertar y seguir experimentando esta maravillosa experiencia”.

Dicho esto quedó muy callado, pero el fuego y pasión que reflejaban sus ojos aún estaban presentes, y dentro de mí una profunda emoción por lo oído y sentido la enorme energía que don Juan proyectó en cada palabra, casi como poder tocarlas una a una, mientras las pronunciaba.

Antes de retirarme, don Juan buscó en el cajón de su mesa de noche, entre varios papeles y cogió uno que leyó cuidadosamente y me lo entregó, diciendo:

—Toma sobrino, esto puede servirte…

El pequeño papel cuadrado que me entregó, estaba escrito a mano y decía:

​​¡Deja de correr!
​​¡Detente y contempla!
​​Lo que andas buscando ya lo tienes.
​​Y aún no te has dado cuenta…

Nuestras charlas se extendieron a lo largo de bastantes años. Lo que empezó como una tarea universitaria, me permitió encontrar en el camino a una gran persona y tener una amistad, que perduró por mucho tiempo, pero por hoy, creo que es más que suficiente. ♦


Sobre el autor:

Psicólogo peruano. Trabajador migrante en Japón. Autor del blog colectivo Japón Latino y director de Miyashiro Producciones.

Publicado en la revista digital Kantō número 4, páginas 68 – 71:
http://issuu.com/revista_kanto/docs/revista_kanto_n4/69?e=9319317/7285079

Autor: José Luis Miyashiro

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