Por Shigueru Sakuda
Más o menos en el año 1991 estábamos tomando con unos amigos en un bloque de viviendas que la contratista japonesa les había alquilado y en eso uno de ellos me dice: “A qué no sabes que pasó la semana pasada”, intrigado le dije que contara y comenzó: “Estaba tomando con el tío Alberto, quien tenía como 50 años y era un nikkei acérrimo, y llegan un par de muchachos que no tenían cara de nikkei preguntando por su amigo tal… y le respondí que había salido por lo que ellos me dijeron que le avisara cuando volviera, que los hermanos Takeyama lo habían venido a buscar y en eso el tío Alberto les pregunta: ¿Y quién de ustedes es Take? Tuve que decirles que no le hagan caso, que estaba borracho, los hermanos sonrieron y se fueron. El Tío estaba que se mataba de la risa”.
Cierta vez estaba con mi hijo en el densha (tren) cuando él tenía 4 años, una familia de peruanos se puso al costado de nosotros y estaban que conversaban, me hijo al escucharlos los miraba y miraba, me preguntaba en qué estará pensando mi hijo que tanto los miraba, cuando a viva voz grito: “Papá, hablan igual que nosotros”, “pucha” que tuve que decirle que se calle y pedirle disculpas a la familia y recién me percaté de que era la primera vez que veía peruanos en Japón, El señor me dijo que no le dijera nada a mi hijo, que los chicos son así de inocentes.
Trabajando en una fábrica escuché que un compañero le gritaba al otro; “Serrano de mierda, apestoso, vienes de tan lejos para hacer la misma huevada”. Intervine y le pedí que se calmara y que deje de insultarlo, por lo que se fue a otro lado, en esas, el otro compañero me dice: “Ese se cree japonés y los japoneses lo tratan como a caca”, cálmate le dije para que cuide su trabajo y él me dice: “Gracias chino, tú si eres buena gente”. Le iba a responder ya que odio que me digan “chino” porque me recuerda la discriminación que sufrí de pequeño en mi Perú, pero el sentido común me decía que no lo hiciera y me quedé con la duda si hay discriminación grande y chica.