Querido Santa-san

ESCRIBE: EDUARDO AZATO SHIMABUKURO.

 

Santa sanSé que en estos días te encuentras sumamente isogashii  viendo todo lo referente a tu tarea de fin de año, llamando a tus proveedores de juguetes, ropa juvenil y electrodomésticos. Como siempre, tratando de conseguir mejores precios a liquidar en la próxima quincena, o viendo catálogos de trineos “hybrid” por esto de la moda ecológica, aunque el gobierno no te devolverá ni un centavo, porque ya se acabó el período de ayuda.

Ni hablar del tiempo que te debe ocupar la grabación de esos comerciales cursis para la Coca Cola, o las miles de cartas con grafía ilegible que deben ser un tormento intentar descifrar, sin mencionar —y ya mencionando—, la impresionante cantidad de e-mails pendientes de ver en tu Bandeja de Entrada y solicitudes de los contactos de tu Facebook, o mensajes del Line que, según mi hija que me tiene como flamante agregado a su grupo “Familia”, funciona mejor. Todos te piden a última hora (discúlpame, esos deben ser peruanos) y quieren pronta entrega de sus iPads.  Si por lo menos el Kuroneko te diera una manita…

Por lo menos, como en los últimos años, te podrás ahorrar el viajecito por casa. Aquí ya nadie cree en ti, y los pedidos de perfumes, smartphones y bufandas ya me los derivan, —cuando no me los descuentan—, directamente de la tarjeta, porque por Amazon te sale más barato, según me dicen. Es que ahora en casa se regalan directamente, sin intermediarios ni engorrosas gestiones previas, saltándose la tradicional cadena de producción y compra. Cero burocracia. “Self”, como en los puestos de gasolina.

Renuevo este contacto epistolar con alegría, después de muchas décadas, cuando también solía trasnochar intentando recibir mi nuevo regalo de tus manos, porque así como me ves, también tuve infancia. No te voy a pedir nada, no te asustes.

Esta carta es para manifestarte mi solidaridad por todo lo que te hacemos pasar cada vez que se acerca la Navidad. Aunque percibo que hace rato estás siendo desplazado como ícono asociado a esta fecha. Sólo te recuerdan cada vez que suena la música de campanitas anunciando los pollos grasosos del Kentucky Fried Chicken , los tori-karage de las AKB48 en los Seven Eleven, y los chocolates de la Meiji.

Estás entonces, mi barbudo amigo,  para brindar soporte a otros logotipos. Es que en estos tiempos sin comercio no hay Navidad. “No Money, No Christmas”. Y el dólar bajo está haciendo unas espectaculares fiestas de fin de año por aquí desde hace algún tiempo, te cuento.

Pero a diferencia de hace un par de décadas, podría decirse que hoy en este país se conmemora la Navidad. Por lo menos “Made in Japan”.

Debes saber que suelen prepararse toneladas de kurisumasu keeki , un postre barato que las empresas del ramo de confitería han creado para hacer caja en diciembre y pagar las gratificaciones de sus empleados. También que en los barrios residenciales las fachadas de muchas casas se iluminan con luces multicolores para dar forma a  gigantescos diseños, algunos de tan dudoso gusto que, en su conjunto, convierten al barrio en calco de alguna zona diversión nocturna, de esas prohibidas a los menores de edad.

Como si ya no te relegasen bastante, por alguna razón que no ha podido explicarme ni la Wikipedia, durante la víspera, en el llamado Christmas Eve, el personaje de notabilidad parece ser Eros. Ejércitos de hombres y mujeres enamorados, van a rendirle culto a Cupido pasando la noche del 24 en hoteles de cinco a media estrellas, en habitaciones reservadas con algunas semanas de anticipación, y con rebajas increíbles para la fecha.

Otros se habrán salido del presupuesto pagándose una cena en un lugar “chic” con vista a Roppongi Hills o al Tokyo SkyTree, porque mientras más hollywoodense la escena, mejor. O de lo contrario, los chicos(as) más tímidos y menos populares, intentarán entrar en el ambiente organizándose fiestas caseras de a dos, con serpentinas, confeti y gorritos puntiagudos, pero sin niños, pesebres ni villancicos. Todos, eso sí, “postando” fotos con su mejor sonrisa juerguera “pal Feis”.

Infaltables —porque cualquier festejo que se respete suele andar de la mano (o mejor, del abrazo tipo “yo te estimo”) con algunos porcentajes de alcohol—, serán algunas botellas del impronunciable Beaujolais Nouveau, un tipo de vino espumante de gran preferencia en el mercado, cuya primera entrega, vía aérea desde Francia, tiene hasta cobertura en los noticiarios. Parece que los muchachos se las toman en tu honor, junto a las piernitas de pollo frito.

Porque muchos de estos jóvenes parecen creer que el 25 de diciembre es tu cumpleaños y que por ello la juerga. Y lo seguirán creyendo de generación en generación, degenerando el concepto original. En el resto de los países —solía ser así, ahora tengo mis dudas también— saben que no lo es, que hay otro significado mucho más profundo, asociado más a otro personaje.

Aunque por allá también el neón comercial hace su agosto en diciembre (sólo que la gente lo intenta disimular mejor), en estas hoy frías tierras, desde hace mucho, las Navidades han de pasar por los estantes de juguetes del Toys “R” Us o las tiendas de 100 yenes, que se encargan de la escenografía barata, para darle clima a la fiesta.

Una fiesta, valgan verdades, que dejó de ser tuya, si alguna vez lo fue. Ni siquiera sales en la foto ésa del pesebre. Sinceramente, ya fuiste. Otsukaresama.

Al final, uno medio que se acostumbró a pasar la Navidad a la japonesa. Después de tantos años, ya me contento con que la víspera sea un día como los demás. Comer juntos en la noche y aprovechar esas poquísimas horas de las que disponemos para contarnos cómo nos fue en el cole y en el trabajo, para pelearnos y renegar por tonterías, antes del beso de buenas noches, porque el 25 comienza todo de nuevo en este lugar.

Es un buen regalo después de todo. Es triste pasar ese día solo, en un país extraño, con Luisito Aguilé cantándote en la mente el soundtrack clásico: “Tú que estás lejos de tus amigos, de tu tierra y de tu hogar…”. Llegué a odiar la cancioncita, como muchos en aquellos años, seguramente. No más.

Para que haya salud y unidad familiar, para que encontremos las soluciones a nuestros problemas, porque nos llevemos cada día mejor.  Por eso, y muchas cosas más (como dice la canción), a ti también, Feliz Navidad y toda la suerte del mundo para este 2014. Toda no, a ver si me dejan un poco.

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Publicado en la revista digital Kantō número 3, diciembre de 2013. Páginas 33 al 35:

Autor: Eduardo Azato

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2 Comentarios

  1. Navidad !!… Deberíamos enseñar mas a nuestros hijos que Santa viene con alegria para celebrar también el cumpleaños de quien es !! Nuestro niño Jesus !!…

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    • Gracias por tu comentario Guilana. Saludos y ¡Feliz Navidad!

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