Primeros auxilios emocionales

 

Primeros auxilios emocionales

Recibir una llamada a las 12:30 de la noche es extraño, y fue lo que me sucedió hace unos meses atrás por medio de las llamadas del Facebook.

La verdad, y para serles sincero, no pensaba contestar por la hora, pero la curiosidad pudo más, y al ver el nombre de la persona que estaba llamando, respondí.

Mucho más extrañado aun, si se puede, quedé al oír la voz del otro lado de la línea. Era la voz inconfundible de un amigo al que no veía más de cinco años, hablaba entre sollozos pidiendo disculpa por la hora en la que estaba llamando.

Pasada la sorpresa inicial le dije que no se preocupara y que me contara la razón por la que se encontraba así. Esta especie de primeros auxilios emocionales tuvo el efecto esperado, pues al desahogar lo que lo atormentaba logró bajar toda su tensión. De lo que conversamos en aquella llamada y la forma de tratar de tranquilizarlo, como es obvio no lo voy a publicar, solo puedo mencionar que eran dificultades con la pareja. Pero esta plática me trajo recuerdos de otras ocasiones en las cuales otras personas también buscaron algún consejo, casi todas tenían características que los identificaban, si bien es cierto no podemos generalizar, pues las personas son mundos distintos de una a otra, este grupo de personas, que por cierto era numeroso, enfocaban sus experiencias de esta manera particular.

▪ Existe una visión muy sesgada de la realidad, es decir, tratan de cambiar la realidad que los rodea, para así poder llegar a sentirse bien, felices o en paz. En esa realidad están inmersos los seres queridos. Entonces, nos encontramos con una situación complicada, pues la felicidad depende de que la otra persona cambie, y este es un camino si no seguro, casi en esa línea de desencuentros, enfrentamientos, frustraciones, donde el poder de mi bienestar depende de lo que haga el otro.

▪ Hay un centrarse en el ¿por qué? ¿Por qué él/ella es así? ¿Por qué lo hizo o dejo de hacer? Por qué… Y la dificultad de esta visión es que te quedas inmóvil en ese momento específico de lo sucedido y empiezas a centrar tu vida en lo que sucedió, escarbando en el pasado, pero dejando de lado el momento presente que se vive y las posibilidades de salir de ahí. Esta pregunta tiene la característica de no enfocar tus posibilidades de rehacerte, de avanzar y encontrar dentro de ti mismo, el camino de regreso a la paz, que es inherente a nosotros.

▪ Si bien cuando estaban en la etapa de enamoramiento veían cosas que en su momento no terminaban de convencerlos, es decir que algunos comportamientos, aficiones, metas, etc. diferían, seguían adelante y tenían la seguridad de que el tiempo y la formalización de la relación haría que “eso” desaparecería mágicamente o ellos serían capaces de cambiarlos.

Probablemente hayan muchísimas más, pero creo que son mas que suficientes para poder hacer evidente este proyectar sobre otros, buscar los errores siempre en el exterior, y en ese vivir fuera de uno, desdeñar el poder que todos poseemos dentro de nosotros, para ir buscando en el otro lo que me falta, lo que me llena y me completa. Basar el mundo en el otro, es jugar a los castillos de cartas donde la menor brisa, traerá abajo nuestro equilibrio, equilibrio ficticio al final de todo.

Siempre escuchamos que la comunicación es sumamente importante, y si que es cierto, en todo tipo de relación, en la pareja, de padres a hijos, hermanos, amigos, etc., pero se contamina también nuevamente con ese centrarse en el “ego”, pues muchas veces la persona nos esta diciendo o dejando de decir cosas y eso también está comunicando un mensaje, que no queremos oír, es decir, seguimos queriendo que esto también sea como pensamos debería ser, y no ponemos atención al otro, lo que también quiere, lo que nos pide o deja de hacer, evitándolo “ver”.

Si nos tomamos el tiempo de detener a vernos, iniciar ese camino de búsqueda de nosotros mismos, pero no fuera, sino por el contrario dentro, a reconocer nuestras luces y sombras, sentirnos, más que pensarnos, podremos, creo mi modesta opinión, acercarnos más que alejarnos, reconocernos en el otro, más que señalarnos, pues cuando entendemos al final del día que lo que tanto te molesta del otro sea tal vez aquello que rechazo y esta dentro de mí y
que la raíz de tanto enfrentamiento y búsqueda fuera, no es mas que la lucha de dos niños con mucho miedo, alejados por este mismo sentimiento y por lo tanto, no dejando entrar al amor.▲

(Publicado en la Revista Kantō número 7, páginas 56 – 57)

 

Sobre el autor:
Psicólogo peruano. Trabajador migrante en Japón. Autor del blog colectivo Japón Latino y director de Miyashiro Producciones.

Autor: José Luis Miyashiro

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