NUESTROS DIEZ AMANECERES
Nuestros diez amaneceres Un amanecer. Amarillo. Sigiloso como la brisa al recorrer tus cabellos. Dos amaneceres. Galopantes. Raudos y briosos como las mañanas de antaño, cuando eras más que una herida en mi memoria. Tres amaneceres. Plenos. Susurrando entre gaviotas hechas de miel y lino. Con sus flores de regalo. Envenenadas, claro. Cuatro amaneceres. Simples, cautos, desordenados como ellos solos. Van cogidos de la mano, directo al cadalso donde se engendraron respirando atardeceres fallidos. Cinco amaneceres. De mentira. De juguete. De esos que te encuentras en el bolsillo del amigo moribundo, de esos que expectoras cada noche sin darte cuenta de que hasta los pulmones has vendido. Seis amaneceres. Altos. Rubios. Robles. Suelos. Cielos. Y todo lo que hay en el medio. Más fingidos que coraza de almirante perseguido por flechas de vino. Siete amaneceres. Congelados. Ocho amaneceres. Comprimidos. Nueve amaneceres. Recobrando los mañanas que dejaste olvidados entre aluviones…