“La fiesta de los tontos”

TEXTO Y FOTOS: EDUARDO AZATO S.


El Awaodori (阿波踊) es una de las danzas folclóricas japonesas de mayor abolengo con más de cuatrocientos años de antigüedad, desde que se originó en la región de Shikoku. Dicen que fue creada informalmente, con ocasión de conmemorar la inauguración del castillo de don Iemasa Hachisuka, entonces todopoderoso daimyo de Tokushima. La rumba debió de haber estado tan animada, que los invitados, ebrios de gozo —y sake, faltaba más— comenzaron a ejecutar una danza al son de los compases de una melodía repetitiva y simple.

Allí comenzó la leyenda.

Tokio Awaodori Matsuri

 

Agosto de 2013. Tokio, distrito de Suginami. Primera jornada del Tokio Awaodori Matsuri, que en dos fechas espera reunir a un millón de visitantes, ávidos de disfrutar del ambiente de una de las fiestas más tradicionales de la capital japonesa, que se realiza en las inmediaciones y calles aledañas a la estación de Koenji. Las más de 10 mil personas que conforman los diferentes ren (蓮), que son los grupos participantes en cada edición, alegran el atardecer tokiota a los gritos de “Yattosa…Yattosa…”. El ejército danzante se adueña, en simultáneo, de las estrechas calles y recovecos del barrio.

Cuatro siglos más tarde, con el mismo espíritu posiblemente, los movimientos de la danza más antigua del Japón vive a través de las generaciones. Los varones, caracterizados a usanza con kimonos cortos, simulando movimientos cómicos y anárquicos, seguramente como aquellos danzantes borrachos del Shogunato. Algunos usan un pañuelo en la cabeza cuyas puntas se atan bajo la nariz, lo que les otorga una imagen caricaturesca. Las damas, en correcta formación agitando graciosamente las manos, vestidas con kimonos ajustados que las obligan a dar pasos cortos y rápidos sobre la punta de sus sandalias de madera geta; sobre la cabeza, el amagasa, que es un sombrero de paja que casi oculta sus rostros.

Y en todo lugar hay gente, muchísima gente. Llegan de cerca y de lejos para contagiarse del alegre desfile final a la salida del eki (estación de tren). Los más precavidos, reservando lugar en los flancos de la acera, marcando territorio sentados sobre esos plásticos para ir de paseo, a lo largo de unos 400 o 500 metros. Aguantan estoicamente el calor y hasta una intensa lluvia por la que ni se inmutaron. Allí van a aplaudir a la tía, a la vecina, al que le corta el pelo, al compañero de trabajo.

Tokio Awaodori Matsuri

Le llaman “El baile de los tontos”, por la letra de una melodía que solía servirle de fondo: “Odoru ahouni / Miru ahou / Onaji ahounara / Odorona son son” (algo así como: Los que lo bailan son tontos / también quienes los ven / Si todos somos tontos / ¿por qué mejor no serlo bailando?).

Pero los que no tienen un pelo de tontos son los comerciantes de las estrechas calles aledañas que aprovechan la fiesta para ganarse algunos extras. Los konbini llevan sus productos a la puerta buscando clientela, los bares izakaya y restaurantes de todo tipo de comida ofrecen por ese par de días un “Menú Awaodori”, mientras que estacionamientos de pago automático se transforman con algunas mesas de pic-nic en muy convenientes “beer garden” vendiendo la dorada y estimulante bebida hasta tres veces más cara.

Empleadas de una tienda de partes de computadores me ofrecían cerveza y brochetas yakitori tratándome muy “marketeramente” de onichan, mientras que en la puerta de un edificio que parecían compartir una clínica y farmacia, fornidos y atareados muchachos pakistaníes provocaban a todos con los aromas condimentados de sus comidas, sus carnes en curry y, para variar, más cerveza. Algún local nocturno oliéndose que estaba perdiendo una buena oportunidad, llevó a su barman a ofrecer en una esquina cocteleras con mojitos y camparis. Como en todo matsuri que se respete, se bebe en cantidades navegables —reemplazando el espíritu samurai por el vikingo en este aspecto—, y si se descuida, le pueden vender hasta las piedras. El baile del consumo.

La fiesta está programada para durar tres horas, comienza a las cinco de la tarde. A las ocho y un minuto, voluntarios y gente del lugar (aún ataviada con la vestimenta con la que hace unos instantes desfilaron bailando), ya recorren la avenida principal, bolsa moerugomi  en ristre, para dejar todo limpio y reluciente, porque mañana también hay que bailar. Les lleva sólo unos minutos hacerlo. Esto también debe haber trascendido a través de los siglos. Otra costumbre que se transmite de generación en generación, y que, aún con tantos años por aquí, no deja de sorprendernos.

Algunas imágenes del matsuri.
Y el álbum completo en la página de Facebook de Kantō:

https://www.facebook.com/media/set/?set=a.502904779798650.1073741848.468609536561508&type=3

Autor: Eduardo Azato

Comparte en

Trackbacks/Pingbacks

  1. LA FIESTA DEL TABACO (HADANO TABAKO MATSURI) - […] Por todos lados hay eventos, danzas típicas como el Awaodori 阿波踊 (explicada anteriormente en “La danza de los tontos”…
  2. Fiesta Internacional de Yamato | Kantō - […] apreciar a un pequeño grupo de Awa odori, danza de la que nos comentaba Eduardo Azato en su post…

Deja un comentario. Puedes usar tu cuenta de Facebook, escribes y solo haces clic en el ícono. ¡Gracias!

A %d blogueros les gusta esto: