Don Juan y la familia

 

Para situarnos bien en el espacio y el tiempo, brevemente les comentaré, que estos episodios sucedieron aproximadamente en el año 1988, en el Hogar Canevaro (Centro de cuidados de la persona adulta mayor) del distrito del Rímac, Lima, Perú, a raíz de realizar unas prácticas del curso de psicología del desarrollo. Nuestra labor consistía en hacer dos anamnesis, y poner, sobre todo, atención en la observación de la conducta de los entrevistados.

 

Encontré a don Juan en el lugar acostumbrado, sentado plácidamente, tomando sol, en la banca que está en el patio del Canevaro.

Con el rostro sereno y la mirada tranquila me vio, sonrió y empezó de esa manera los diálogos que tanto me agradaban.

—Hola sobrino, que bueno verte, estas bien, es más que suficiente para estar contento ¿verdad?”

Tanta amabilidad, además de la sinceridad de su mirada me dejó titubeante.

—Ya esta cerca el día del padre, supongo que aún no pasas esa gran experiencia ¿verdad?

No alcancé a murmurar, pero me quedé pensando que eso estaba muy lejos en las metas que yo me estaba planteando. Cuando su voz me sacó de mis fantasías y me dijo como si pudiera leer mi mente:

“Ya sé que aún ni te lo haz planteado, no te preocupes, todo llega a su tiempo.

Yo por ejemplo, tuve sólo un hijo. Cuando nació, fue el día más feliz de mi vida.

Desde el inicio tuve en mente que no le debía faltar nada. Y eso hice, la mejor ropa, los mejores juguetes, lo mejor de lo mejor. Todo fue sin ningún tipo de espera, lo que quería, inmediatamente lo tenía, pues esa era mi forma de calmar mi sentimiento de culpa, pues por el trabajo, casi siempre estaba o muy lejos, muy tarde o muy cansado”.

don juanHizo una pequeña pausa, tomó un sorbo de la taza de té que tenía y continuó:

“El tiempo pasa pronto sobrino, en un abrir y cerrar de ojos,  mi hijo crecía, los cumpleaños se sucedían rápido y siempre sus deseos se los concedía, aunque… No estuve presente en muchos de ellos.

Cuando entró al colegio, yo estaba en provincia, corriendo por seguir ganando dinero y darles seguridad.

Todo fue rápido, las primeras fiestas, el primer carro, los problemas que me negaba a ver, él se iba haciendo más grande, al igual que los problemas”

Tomó aire, dio un gran suspiro y dijo: “el resto ya es historia”.

—¿Cómo es eso? —pregunté—. ¿Dónde esta?
—En el extranjero —contestó don Juan.

Él me vio, sonrió y continuó:

“No te preocupes sobrino, él esta haciendo su vida.

No nos  enseñan a ser padres, y a veces pecamos por exceso y otras por defecto, lo vamos haciendo por ensayo y error, otras repetimos los errores de nuestros padres a pesar de intentar no hacerlo.

Las acciones que realizamos por más buena intención que tengan, dejan huellas, más aún si lo hacemos con los más pequeños, o sea nuestros hijos. Y cuando hay errores, también están las consecuencias.

Por eso pensé que tú tan joven y sin siquiera planes de formar familia, tal vez las experiencias fallidas de este padre que soy,  podrían servirte.

¿Recuerdas cuando conversamos anteriormente acerca del amor, y te planteé enumerar lo que no era amor? En esa misma lógica estamos.

Creo que enumeraré las cosas para hacerlas más didácticas, ¿está bien?

  • No digas a todo que sí. De vez en cuando es bueno que haya un no, esto le ayudará a ver que no todo en la vida lo consigue inmediatamente, le permitirá saber también que las cosas las tiene que ir ganando, no que le caen del cielo.

  • Tiene que tener normas, esto es fundamental, lo hará más seguro, sabrá en que terreno se mueve, aprenderá a respetar el orden y más adelante también podrá hacer lo mismo con sus hijos.

  • Debes estar presente lo más que puedas en la vida de tus hijos, y cuando digo presente, no es sólo estar como un mueble, sino hacerle sentir lo amado que es. No te canses de decírselo, de abrazarlo y besarlo, el tiempo pasa pronto, cuando lo quieras hacer, de repente ya no lo puedas hacer.

  • Recuerda que siempre estas siendo observado, tu ejemplo siempre tendrá más repercusión que las palabras que digas.

  • Establecer rituales ayudará mucho, por ejemplo reunirse a la hora de comer, para poder conversar, compartir, interesarte y que también se interesen por lo que cada uno hace, lo que esta viviendo, las alegrías y preocupaciones. Poder sentir ese calor que esta presente, cuando todos compartimos un momento. Decir que el televisor debe estar apagado creo que esta demás.

  • Recuerda que esta bien que tus hijos te tengan confianza, pero antes que amigo eres padre, no te confundas.

  • Y por último, cuando lo corrijas, te sugiero que hables de consecuencias de sus actos, más que de castigos. En el primer caso, el niño entiende, que lo que haga o deje de hacer tendrá consecuencias inmediatas, en el segundo es alguien que lo castiga, viene de afuera, y es posible que haga lo que digas mientras estés presente sin saber bien porque lo hace, sólo por temor, pero realmente no habrá aprendido.

Recuerda que el adulto eres tu, consciente de tus emociones al momento de corregir, no se trata de desfogar tu cólera, sino de educar, en resumen, ser un padre consciente”.♦

Publicado en la revista Kantō número 5, páginas 76 – 78:

http://issuu.com/revista_kanto/docs/revista_kanto_numero_5/77?e=0

Sobre el autor:

Psicólogo peruano. Trabajador migrante en Japón. Autor del blog colectivo Japón Latino y director de Miyashiro Producciones.

Autor: José Luis Miyashiro

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1 Comentario

  1. Jose Luis Miyashiro estara dando una charla el 31 de Agosto en el Lady Plaza de Aikawa machi .de 10 a 12 del dia. Ojala y muchos padres asistan y puedan no solo tomar de base esta buena publicacion si no tambien disipar dudas o reforzar actitudes. Jose Luis miyashiro sus escritos dejan entrever su conocimiento y su inclinacion por la literatura ñgracias por compartirlo con nosotros.

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