Los que emigramos a otro país nos hemos encontrando con una gran cantidad de anécdotas e historias que se han ido acumulado durante todo el proceso de adaptación a los cambios que se nos presentan en nuestra condición de inmigrante o expatriado. Son adaptaciones que llevamos a cabo durante el choque cultural que enfrentamos en lo cultural, social, laboral, idiomático, gastronómico, religioso. Y los que hemos llegado a Japón, un país lleno de contrastes, siempre tenemos alguna anécdotas que contar sobre esta etapa. Tal vez muchas de ellas podrían tomarse como leyendas urbanas con el consabido conozco al hermano del amigo a cuyo primo le sucedió tal cosa. Pero, en este caso son reales, en la que hemos sido protagonistas, así, en primera persona: comprar comida para gatos en lugar de pescado enlatado, no sacarse los zapatos en la entrada de las casas, confusión para usar los servicios higiénicos,…