Buscando trabajo

El trabajo es fácil… al principio te duele un poco

—¡Qué bien que hayan venido!, ¿vienen por la oferta de trabajo? —decía la mujer—. Con todo gusto les puedo informar sobre como es del trabajo, requisitos, todo. El trabajo es de día, de lunes a sábado, los sábados no se cuentan como extras, según el calendario de la fábrica es un día de trabajo normal, ¿sí? La paga es de 1,400 yenes la hora normal y 1,750 la hora extra. Los días feriados de la empresa sí son considerados para las horas extras y desde luego el calendario de la fábrica es el que marca no solo los días de trabajo sino también el pago de las horas extras, los días feriados del calendario oficial no valen para la fábrica. El mes se cierra el 30 de cada mes, pero la paga es el 10 del mes siguiente, y les damos además una “Bona” de premio de 20 mil yenes si no faltan. El trabajo es sencillo, fácil, al principio les duele un poco las manos y los brazos, pero después ya se acostumbran. Todos los trabajadores latinoamericanos que tenemos están contentos.

—Disculpe, ¿hay ryō, o apato?, ¿y a cuánto es el alquiler? —pregunté.

—No hay problema, la empresa tiene un ryō muy cerca de la fábrica, con habitaciones individuales, comedor general, zona de lavandería y ofuro. Los que tienen familia o prefieran vivir aparte, por nuestra cuenta podemos buscar y ofrecerles un apato de acuerdo a su conveniencia, trabajamos con un fudosan de la zona y tenemos varios apatos disponibles. El pago por el ryō es de 10,000 yenes mensuales, todo incluido. Es un ryō moderno y muy cómodo. Y lo que es mejor en la estación de tren más cercana hay varias cabinas telefónicas que tienen conexión para hacer llamadas internacionales y lo pueden hacer con los “kados” que venden allí mismo en las expendedoras automáticas.

—Y en el ryō, ¿nosotros podemos cocinar nuestra comida, por nuestra cuenta? ¿hay cocina? —preguntó el “Tigre” Nakasone.

—No, eso no es posible —contestó la mujer—. Hay un servicio de obento y de cena en el comedor, preparado por unas señoras, pero no hay una cocina para que ustedes puedan cocinar. El servicio es bueno y barato, ¡eh! En la zona de descanso, hay termos con agua caliente y helada, y termos con té verde, ocha japonés, se pueden servir todo lo que quieran. En las habitaciones no se permite cocinar.

La empleada argentina de la oficina del contratista se esmeraba por destacar las bondades de entrar a trabajar para su empresa, lógico destacaba todo lo bueno y la barajaba con eso de que “duele un poco” las partes negativas. Ya conozco eso que “duele un poco”, y luego no puedes ni caminar del cansancio y lo único que quieres es dormir. El cantito de su dejo argentino era inevitable, fue lo que más me sorprendió después de la presentación, detrás de sus lentes y su cara japonesa que revelaba su condición nikkei, escuchar sus palabras me sacó de onda. Y me quedé un poco absorto. Luego cuando empezó a hablar de las bondades del trabajo que nos ofrecía, ocultándonos las partes negativas y duras como es normal en los contratistas, ya me puse mosca.

—¿Y tienen horas extras, cuántas horas por día hay? —preguntó Diego, él siempre sacando la calculadora y solamente interesado en el billete.
—Sí, claro —contesto rápido la nikkei argentina—. Hay dos horas diarias fijas de horas extras, si aceptan el trabajo estarán de acuerdo que se trabaja diariamente, de forma obligatoria, no ocho sino diez horas. Eventualmente hay dos horas más, pero son opcionales si quieres las aceptas o no, y te avisan por la mañana. Y ¡ah! los días sábados se trabaja solamente hasta las cinco de la tarde, generalmente no hay horas extras los sábados.
—¿Qué tal es el ambiente, los japoneses y eso? —dije.
—¡Ché que bueno que preguntás! —respondió la argentina, cada vez más suelta con su dejo—. En este tiempo que venimos trabajando con ellos, no hemos tenido ninguna queja ni ningún problema, por suerte. La empresa japonesa es una empresa seria y cuida mucho a sus trabajadores. Nosotros tenemos como a treinta trabajadores nikkeis latinoamericanos, así que en la fábrica ya están acostumbrados a los trabajadores extranjeros. Y hay allí un trabajador nikkei que habla japonés y él puede hacer de intérprete en cualquier circunstancia, problemas, enfermedad, etc. Trabaja para nosotros y presta ese servicio. Además casi todos los días nosotros nos damos una vuelta por la fábrica, yo u otro empleado, para ver si tienen alguna solicitud o coordinar con los directivos de la empresa.

Mientras hablábamos otra empleada se había acercado a la pequeña salita de recepción de la oficina de la empresa contratista de trabajadores nikkeis, y había dispuesto una bandeja con pequeñas tacitas y nos ofreció té verde japonés caliente. Hacía frío en ese mes de febrero de 1991 y la invitación caía de perillas, para llegar a la oficina había sido fácil perderse por las intrincadas calles japonesas llenas de frío, y llegamos animados por la perspectiva de encontrar trabajo. Los cuatro postulantes nos apretábamos como podíamos con nuestros intereses y ganas por conseguir una buena chamba, en las incomodas sillas de las oficinas de la contratista.

—Ya —dijo Carlitos, que había estado callado todo el rato—, ¿suponiendo que aceptemos, cuando podemos empezar?
—Ah, si ustedes aceptan, el próximo lunes —contestó la empleada. Primero tendrían que dejarnos todos sus datos personales, llenar un formulario y una copia de su pasaporte y de su “Gaiyin toroku shomieisho”. Todos esos datos tenemos que enviarlos a la empresa, y cuando ellos nos contesten podemos decir que ya están aceptados. Pero no hay problema porque están pidiendo personal. Por eso es que calculo que el lunes podrían empezar. Para los que quieran ocupar el ryō, desde ese día está disponible, a la salida del trabajo, yo los voy a recoger con la camioneta y los llevo al ryō. Sobre sus enseres, maletas y maletines, si no tienen donde ponerlos o es un problema los pueden traer aquí el sábado, se los guardamos y luego el lunes los llevamos al ryō.
—¿Podría explicarnos un poco en que consiste el trabajo, de qué es? —insistió el “Tigre”.
—Sí —replicó la mujer—, la producción es de auto partes, se trabaja para la “Nissan”, el trabajo es en línea e individual. El trabajo en sí es en prensa.
—Que bien —intervino Carlitos—, ¿y que productos sacan?
—Motores de los autos y camiones —aclaró con su dejo cantarín la empleada de la contratista.

Autor: Álvaro Del Castillo

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